Cómo la comunidad médica tiende a generalizar síntomas y ofrecer tratamientos estándares
Con una criatura en casa las visitas al médico se hacen más frecuentes. Y lo cierto es que a medida que pasa el tiempo el grado de satisfacción con el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades deja mucho que desear y nos lleva a una reflexión.
En primer lugar, la comunidad médica intenta clasificar al paciente. Si se sufre unos síntomas en concreto es que se está padeciendo tal enfermedad, y esa enfermedad tiene un tratamiento tipificado. No hay otras opciones, además siempre hay brotes de virus y bacterias justo en ese momento que provocan justo esos síntomas, y como el paciente es absolutamente ignorante, no hay pie a una discusión.
En segundo lugar se encuentra el tratamiento de la enfermedad. No hay demasiados remedios para las enfermedades (comunes, no nos referimos a enfermedades mortales o crónicas) que nos atacan o son de tipo paliativo (anti-inflamatorios, anti-térmicos), o son destructivos como el antibiótico; o bien según el tipo de enfermedad no hay tratamiento (como en el caso de los virus), el tiempo lo cura todo. No hay más opciones.
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En marzo nuestra criatura primero ha padecido conjuntivitis, seguidamente infección bacteriana y finalmente virus gastrointestinal, según nos han diagnosticado. 3 semanas con una criatura enferma no parece de recibo, pero así ha sido. Nadie ha detectado que se solaparan síntomas o dolencias.
En la última visita médica, tras estar con molestias estomacales, vómitos y deposiciones líquidas durante 3 días seguidos, la pediatra diagnosticó una gastroenteritis. A pesar de insistir en que parecía que la Amoxicilina (el antibiótico recetado durante 10 días para acabar con la infección bacteriana) no le sentaba bien a la criatura, la pediatra negó que el antibiótico tuviera efectos adversos. Sin embargo, la doctora examinó a la criatura y apreció que ya no había infección, por lo que tras 8 días ingiriendo el denostado antibiótico, nos instó a abandonarlo.
Esa misma noche tras dejar la primera toma de antibiótico la criatura volvió a recuperar el apetito y a comer por sí misma. No hizo ni una arcada y durmió sin dolor por la noche. A la mañana siguiente no vomitó el desayuno, como llevaba haciendo desde hacía varios días y pudo volver al colegio.
¿Por qué nos esforzamos en hacer un patrón de personas cuando nos consta que todos somos diferentes y reaccionamos diferente frente a las amenazas? Esta es la pregunta que de momento queda sin respuesta.
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